La felicidad es algo que interesa a todo el mundo, quiero decir que la búsqueda de la felicidad es algo que toda humanidad persigue. Pero uno ¿busca o encuentra la felicidad? ¿Se puede hablar de parámetros de la felicidad? ¿Cuánto dura?
“La felicidad sólo puede ser hallada en el interior” dijo Epicteto.
Ser feliz proviene de la posibilidad de mirarte hacia adentro y no sentir vergüenza de quién sos. Poder hacer una introspección y sentir que estoy bien con el hombre o la mujer que soy en este momento. Aparece en esos instantes donde la vida parece un poco menos injusta.
Ashrei es la palabra hebrea más cercana a la felicidad. Es la primera del libro de los Tehilim (Salmos) y la repetimos cuando cantamos el salmo 145, conocido como Ashrei. El Talmud nos enseña que quien recita Ashrei tres veces al día tiene garantizado un lugar en el Mundo Venidero (Brajot 4b). Si podemos reconocer a D´s en esta vida, en este mundo, tendremos una parte del próximo.
El salmo está escrito como un acróstico alfabético que contiene las veintidós letras hebreas con las que D’s creó al mundo. El versículo “Abres Tu mano y satisfaces las necesidades de todo ser viviente” es el verso central de todo el salmo.
Uno de los mensajes que esconde el texto es una receta para la felicidad: Saber de todo corazón que en nuestros momentos más difíciles no estamos solos y que, cuando caigamos, ahí estará “Él” como nuestro apoyo para ayudar a levantarnos. Como este mensaje es tan difícil de recordar y de creer, lo decimos tres veces al día, con una dosis doble a primera hora de la mañana.
Como todas las plegarias, no decimos Ashrei porque D´s necesite escucharlo, sino porque nosotros necesitamos decirlo. Necesitamos creerlo e interiorizarlo. Cuando lo hagamos, cuando nos demos cuenta de que, si nos caemos, siempre estará ahí para atraparnos. Entonces podremos seguir adelante con determinación, inspiración y gratitud.
Distinto es cuando leemos la palabra “Simjá”, alegría. Cuando se hace referencia a ella en la Torá, nunca se refiere a individuales. Siempre se trata de algo que compartimos. Por ejemplo, las fiestas como se describen en Deuteronomio son días de alegría, precisamente porque son ocasiones de celebración colectiva: “tú, tus hijos e hijas, tus siervos y siervas, los levitas en tus ciudades, y los extranjeros, los huérfanos y las viudas que viven entre vosotros” (Deut 16:11). Simja es alegría compartida. No es algo que experimentamos en soledad.
La felicidad es una actitud ante la vida como un todo, mientras que la alegría vive en el momento. La felicidad es algo que perseguís. Pero la alegría no lo es. Te descubre. Tiene que ver con un sentido de conexión con otras personas o con D’s. Proviene de un reino diferente al de la felicidad. Es una emoción social. Es la alegría que sentimos cuando nos fusionamos con los demás.
El músico Nahuel Penissi, quien nos acompañó este año en Trazos de Vida, escribió una canción llamada “Avanzar”, la cual siento tiene mucho que ver con el mensaje de encontrar el camino hacia la felicidad.
“Lo difícil es abrir la puerta, dejar los rincones y echarse a correr. Yo lo sé, mirá mis heridas. Ya no me avergüenzan, y me enseñan a avanzar. Avanzar como se pueda, eligiendo la manera. La marea baja y sube, somos náufragos de arena. Avanzar no es pisotear lo que vivimos. Avanzar no es otra cosa que vivir y avanzar… a pesar de todo hay que avanzar”.
Abrir una puerta hacia el afuera, salir del rincón, y avanzar. Las tristezas del pasado nos tienen que ayudar a ser más fuertes para ir hacia adelante. No es olvidar el pasado, sino usarlo como una fortaleza.
Cuando nos enfocamos en el momento, permitiéndonos bailar, cantar y dar gracias, así como nos piden los salmos, cuando vamos para adelante a pesar de todo, cuando dejamos de estar separados y nos unimos en una sola voz, allí podremos encontrar esos momentos de alegría.
Tenemos que animarnos a soñar más, para saber qué deberíamos estar haciendo ahora mismo. Si queremos saber qué hay que hacer, en lugar de lo que soñamos hacer, tenemos que ir y descubrirlo. Una vez que tengamos una idea aproximada de dónde se encuentra nuestra pasión, decidir nuestro camino. Salgamos fuera y empecemos a conquistar nuestros destinos.
Así como Ashrei utiliza todo el alfabeto para reconocer y alabar a D’s, también nosotros podemos descubrir y reconocer a D’s y su accionar en todos los aspectos de nuestras vidas, todos los días, en los pequeños detalles.
Si estamos dispuestos a buscar nuestra felicidad, podremos encontrarla. Durará tanto tiempo como estemos dispuestos a valorarla, sostenerla y cuidarla. Puede que la clave esté en el solo hecho de estar dispuestos a tomar de esos momentos de alegría que llegan a nuestra vida, la energía que nos potencie a seguir avanzando, más sabios, más fuertes y más alegres para poder finalmente ser verdaderamente felices.
Seminarista Matías Bomse
Coordinador de Beit Midrash (Estudios Judaicos).