Amijai nos une


Por SHARON DANIEL

Amijai nos une

Por Sharon Daniel
Coordinadora del proyecto

Años atrás jamás se nos hubiera ocurrido la posibilidad de traspasar las fronteras físicas de nuestra comunidad. Hoy, no solo eso está sucediendo cada vez más, sino que es algo que nos llena de emoción. Es por eso que trabajamos constantemente con el objetivo de poder ampliar Amijai hacia el interior y exterior del país, generando una comunidad que esté unida más allá de la distancia.

En el contexto de pandemia, e incluso un tiempo antes, varias personas de otros países y provincias comenzaron a elegir a AMIJAI para conectarse con su espiritualidad, mediante la propuesta del Shabat de AMIJAI o participando de las festividades y de varias actividades de nuestra Comunidad.

Nos dimos cuenta de que nuestra comunidad Internacional era realmente grande, y de que muchas personas que, viviendo en el mismo lugar, no sabían que todos elegían Amijai.

Tomamos el desafío de afianzar ese sentimiento fortaleciendo la participación y la pertenencia. Nos propusimos conocer a nuestros miembros del otro lado de la pantalla, cada uno, una historia diferente y única…

A partir de eso, comenzamos a pensar un nombre para este proyecto, entendiendo que el potencial para trabajar era enorme. Decidimos denominarlo “Amijai Nos Une” afirmando la creencia de que podemos ser parte de una misma idea, de un mismo sentir, desde cualquier lugar en el mundo. De eso se trata en definitiva la comunidad, y hoy tenemos la posibilidad de lograrlo.

Nos propusimos entonces generar proyectos y actividades exclusivos para nuestros miembros del interior y exterior del país. Comenzamos a contactarnos con cada lugar para pensar propuestas personalizadas en función de los intereses y necesidades que nos manifestaron.

Fortalecimos la Comunidad Amijai Toronto realizando Shabat en conjunto. Varios referentes de ese lugar se reunieron en diferentes oportunidades para seguir construyendo la comunidad en Canadá. Fue algo muy emotivo ver cómo del otro lado de la pantalla el sentimiento era tan fuerte y sólido que nos permitía estar cerca más allá de los kilómetros que nos separaban.

Instalamos el concepto de Sheliaj de Amijai, asumiendo la responsabilidad de seguir transmitiendo los valores y tradiciones de nuestra comunidad en todo el mundo. Y para que Amijai se siga construyendo y sosteniendo es fundamental la ayuda de todos nuestros Shlijim distribuidos en provincias y países que apoyan los proyectos y que ya son parte de nuestra casa.

Y qué mejor momento para ser Sheliaj que los Iamim Noraim, en donde el sentimiento es compartido y las ganas de estar cerca traspasan la pantalla.

Tenemos la posibilidad de ser parte de algo más grande que nosotros, de enriquecernos los unos a los otros con cada propuesta que llevemos adelante, de generar lazos fuertes con miembros de nuestra Comunidad. Continuaremos este camino y recorrido en conjunto para compartir vivencias que realmente hagan de nuestra vida judía algo maravilloso.

Les compartimos algunos testimonios de miembros del exterior e interior del país, que ya son parte de Amijai

Sabrina Ovsejevich – Santiago de Chile

Hace mucho tiempo estaba buscando un espacio en el cual pudiera crecer y aportar en diferentes temas que hacen a nuestra tradición. Algo me estaba faltando para sentirme completa.  BH lo encontré. Gracias, Amijai por darme la oportunidad de ser parte de este maravilloso grupo de estudio que me brinda energía y koaj día a día.  Ha sido una linda experiencia haberlos conocido. Espero seguir compartiendo y creciendo con ustedes en nuevos proyectos y nuevas vivencias. ¡¡¡Mil gracias!!!

Cynthia Morrison – Toronto, Canadá

Hace unos años una amiga de Toronto, donde vivimos hace 20 años, me comentó acerca de la Comunidad Amijai y del Rabino Ale Avruj. “Te va a gustar”, me dijo. En mi siguiente viaje a Buenos Aires, a comienzos del 2019, visité Amijai por primera vez. Fui con mi hermana y mi papá y nos deslumbró el Kabalat Shabat, su música, el entorno, la meditación, la hermosa prédica … Cuando terminó el servicio, salimos los 3 sin conocer a nadie de los cientos de personas que allí estaban, pero con el corazón lleno.

Después de esa primera vez, llegué a viajar un par de veces más antes de la pandemia. Y en cada viaje, otra vez volvía a visitar AMJ al servicio de Kabalat Shabat. A mi vuelta a Toronto, ocasionalmente me unía a la tefilá online del Kabalat Shabat.

Con la pandemia todo cambió…todos nos “metimos para adentro”, adentro de nuestras casas y adentro de nosotros mismos. Con todo lo difícil e incontrolable de la situación externa global, lo único que sí podía controlar y hacer era ocuparme de “mi adentro”, de mi espiritualidad. A partir de ahí, me empecé a conectar al Kabalat Shabat semana a semana…. pero eso no me alcanzó…. Empecé a “asistir” al servicio de Shajarit, primero solo a la clase, después un rato más hasta que muy pronto, Shajarit del sábado a la mañana es “mi Shabat”. Al principio con la cámara apagada y callada, y poco a poco, animándome a participar, preguntar, interactuar y “ser parte” del minian de los sábados. De ahí se sumaron las clases del Jeder, Encuentro sin fronteras, el grupo de estudio de Pirkei Avot, el Seder de Pesaj virtual y a veces, cuando la diferencia horaria no es tanta, me sumo al minian de shajarit semanal.

Fue un proceso lento y largo pero progresivo donde las caras de la pantalla se iban tornando en caras conocidas, con nombres familiares, con historias, con algún dato de vida, sabiendo donde viven o si tienen algún cercano que necesita Refuah (sanación). Al principio me sentía la “rara”, uniéndome a una clase a miles de kilómetros de distancia, hasta que eso empezó a generar nuevos vínculos con gente de Amijai en Buenos Aires y de muchos otros lugares del mundo que, como yo, buscaban reencontrarse con su espiritualidad, con el sentido de pertenencia, con nuestra identidad. Y en ese proceso de reencuentro y búsqueda personal, poco a poco mi familia me empezó a acompañar. 

Por ahí se sientan a escuchar la prédica, por ahí se detienen en una canción que les llega o me acompañan al momento de la bendición de los hijos, por ahí una clase…, de a poquito Amijai también llega a unir a la familia. Y no hablo solo de mi familia aquí en Toronto, sino también de mi familia en Argentina. 

Fue muy lindo en la pandemia, cuando no podíamos ver a nadie, ver a mi mamá a través de la pantalla compartiendo alguna clase que luego generaba una charla larga comentando lo aprendido…. Hoy tanto mi mamá como mi hermana en Argentina son también miembros activos de Amijai.

En diciembre de 2021 cuando la pandemia aflojó un poco y se empezaron a permitir reuniones presenciales aquí en Toronto, organizamos, junto a un grupito de personas, un Kabalat Shabat donde invitamos a muchos argentinos / latinos que viven aquí. Mandamos un flyer por email, reservamos un salón en el JCC (Jewish Community Centre) y en una pantalla gigante nos conectamos al servicio online de Amijai e hicimos luego un pequeño kiddush. Ese primer Kabalat Shabat en persona fue el inicio de un lindo proyecto “Amijai Toronto” que de a poquito vemos crecer. Desde Amijai en Buenos Aires tenemos siempre el respaldo, el interés de la comunidad por brindarnos lo que necesitemos, haciéndonos sentir que realmente “Amijai Nos Une”.

Amijai nos une aquí en Canadá al ser la razón para juntarnos en persona en Tefilá, nos une con nuestras raíces y nos reconecta con nuestra identidad; y más aún, Amijai nos Une con todo Am Israel, en Argentina, en Canadá y a lo largo de todo el planeta.

Cuando en abril del 2022 finalmente pude viajar a Argentina, volví a ir los viernes al Kabalat Shabat… Esta vez ya no fue una “visita” sino que fui a “mi” comunidad. Al final del servicio, en lugar de caminar rápidamente hacia la salida, me saludaban por mi nombre, empecé a decir Shabat Shalom a uno y a otro, a aquellas caras de la pantalla que, de ser desconocidos, pasaron a ser de carne y hueso y nos abrazamos como con aquel viejo amigo que hace tiempo que no ves, pero con el que te sentís conectado… me sentí parte, sentí que, de verdad, ser parte de una comunidad son los vínculos que atraviesan fronteras y distancias, sentí que de verdad, Amijai Nos Une!

Familia Yona (Martita, Pina, Carlos y Verónica), España

Tiempo de comienzos, estamos ya casi pisando el año 5783. Pareciera que la humanidad está siendo evaluada, transitando caminos desafiantes y momentos que estremecen. Nuestros sueños de paz siguen tan vigentes que, tal vez por eso, la vida y las ganas de celebrarla nos vuelven a citar en esta nueva oportunidad. 

Nos hemos visto obligados a adaptarnos al ritmo acelerado de las circunstancias… muchas cosas nos pasaron desde el confinamiento y muchas permanecen inalterables.  Hay veces como ahora, en estos días destinados a la espiritualidad y la fe, en que somos convocados a examinarnos y encontrarnos con lo esencial, aquello que perdura.

Como familia hemos dejado nuestro país el 21 de septiembre de 2020 para instalarnos en una zona rural en Uruguay. El destino nos trajo a Madrid hace poco menos de dos meses haciendo de este nuestro tercer escenario para unirnos a ustedes a través de la pantalla. Como por arte de magia nos transportamos atravesando las horas y los kilómetros de distancia para poder seguir así siendo parte de la maravillosa familia que es para nosotros Amijai. Sentimos que vibramos más alto en la conciencia comunitaria y en el sentido de pertenencia que no nos resignamos a perder porque mantenemos el anhelo de ver nuestro reflejo en los ojos de los que amamos.

Unimos nuestros corazones en plegaria para que se ilumine el porvenir y podamos construir entre todos muchos años de paz y salud. ¡Shana Tova Umetuká! 

Familia Cabrera (Marianela, Eithan, Meital y Sebastián Cabrera Koch), Salta, Argentina

A pocos días de los Iamim Noraim, días de balance e introspección, queremos hacerles llegar un recuerdo de los momentos más difíciles de la pandemia:

Allá a mediados del 2021, en un Shajarit de Shabat éramos un montón de caritas por zoom, cientos de pantallitas alimentando la tefila desde cientos de hogares, y tuve la jutzpa de pedir la palabra asegurando que conocía el secreto de Amijai, y que iba a revelarlo allí mismo. Se hizo un silencio expectante… y lo dije.

El secreto estaba allí, delante de nuestros ojos, era palpable, y tuve la oportunidad de exponerlo: en ese y en muchos otros Shabatot también, momentos antes de leer el Sefer Torá, el Rab Ale Avruj nos llamaba a una alia comunitaria de la siguiente manera: “…utnu jabod la Torá, iaamod KOL HAMISHPAJA AMIJAI”.

Y ésa era la magia, y no nos dábamos cuenta…

Muchos de nosotros, desde el primer momento entendimos que la virtualidad sería una herramienta para poder experimentar los servicios en la comodidad de nuestro hogar, y aún más, podríamos integrarnos estando presentes formando parte de ESTA GRAN MISHPUJE que es Amijai; pues sin importar en qué lugar del mundo nos conectáramos, nuestras pantallas fueron ventanas que nos transportaron a una plegaria conmovedora, en la que no estábamos solos porque sentíamos que estábamos en familia.

Parafraseando a Heschel, entendimos que rompiendo la barrera de la distancia también habitábamos “un palacio en el tiempo”. Que más allá del lugar físico donde estuviéramos, al conectarnos entrábamos en una atmósfera diferente. No es habitar un lugar en el espacio lo que nos hace diferentes, sino la capacidad de elegir y resignificar los momentos que queremos vivir juntos, en familia, en un clímax especial, conectados con nuestra identidad y con lo que de verdad es importante.

Y por sobre todas las cosas, hakarat hatov, reconocer lo bueno, reconocer el esfuerzo de todas y cada una de las personas que han hecho posible no solo mantener la llama encendida en los momentos más oscuros, sino reavivarla, estimulando un sentido de comunidad vibrante y desafiante, en el que cada uno dejaba de ser espectador para transformarse en protagonista.

Y ésa, sin dudas, es la magia de Amijai.      

Desde Ciudad de Salta y con mucho cariño, les deseamos Shana Tova uMetuka, que tengamos un Año Bueno y Dulce, colmado de brajot y que sea con Salud.

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