Por Ben Greenberg
RABINOS SIN FRONTERAS
Rabinos sin Fronteras es un foro dinámico cuyo fin es el de analizar, entre otras cosas, las problemáticas contemporáneas del mundo judío. Escrito por rabinos de diferentes denominaciones, con diversos puntos de vista y provenientes de distintas regiones de los Estados Unidos, Rabinos Sin Fronteras es un proyecto de CLAL, el Centro Nacional Judío para el Aprendizaje y el Liderazgo.
Siempre me han llamado la atención los avisos de autos. Me parecen únicos en el mundo de la publicidad. Mientras que otros comerciales tienden a destacar las características de su producto que, por supuesto, nos harán la vida más fácil, feliz y plena, el aviso de un automóvil se enfoca más bien en la experiencia de ser el propietario de ese auto. El solo hecho de tener este nuevo modelo de auto elevará nuestra vida a las alturas del éxtasis y la euforia. Puede ser que lo usemos para ir todos los días al trabajo, pero cuando uno se siente al volante de este automóvil, flotará elegantemente por los Alpes suizos. Mientras que otras industrias te dicen de qué manera el producto te permite ser más feliz, el comercial de autos te asegura que el auto en sí mismo es felicidad.
Sin embargo, sabemos que, si bien ese automóvil nuevo puede ser más seguro, más cómodo y más eficiente en el consumo de combustible, por sí solo no nos brinda una felicidad genuina y duradera. De hecho, sería difícil identificar un solo producto que nos pueda otorgar verdadera felicidad. Por supuesto, experimentamos la alegría de tener algo nuevo y nos deleitamos al descubrir todas sus características y aspectos únicos, pero pronto la novedad comienza a desaparecer y, junto con ella, el impulso temporal de nuestra sensación de alegría.
¿Cómo lograr una felicidad verdadera, genuina y duradera en nuestra vida? Esta es, para decirlo de manera simple, probablemente LA pregunta de esta época. Vivimos en tiempos que se suelen definir como individualistas y buscamos la realización y la felicidad personal mucho más que las generaciones que nos antecedieron. Lamentablemente, no tengo una respuesta clara para esta desconcertante pregunta y me inclino a pensar que no existe una respuesta definitiva, dado que en gran parte se trata de cuestiones contextuales y específicas para cada caso. Sin embargo, me gustaría proponer una perspectiva, un cambio en la mirada, que quizás pueda proporcionar el camino para alcanzar una vida de felicidad genuina y duradera.
El rabino Dr. Aaron Kirschenbaum de la Universidad de Tel Aviv expresa una dicotomía entre los derechos y las responsabilidades, entre la ley de Occidente y la ley judía. En su obra “Equidad en la ley judía” (Ktav, 1991), el Dr. Kirschenbaum escribe:
“La teoría social, política y jurídica de la sociedad liberal de Occidente concibe al hombre como un individuo con plenitud de derechos; las personas hacen lo que les place a menos que se vean restringidas por los cercos de la ley. El estado gobierna al individuo; el estado democrático liberal gobierna al individuo por medio de las leyes del Iluminismo. En cambio, la tradición judía considera al ser humano en virtud de sus deberes y responsabilidades…
En efecto, según los rabinos del Talmud, la Alianza posterior al Éxodo -durante la cual se se produjo la Teofanía- no fue entre Dios y los seiscientos mil israelitas que habían salido de Egipto. Fue entre Dios y la Comunidad de Israel. La formación de una comunidad fue, por lo tanto, un concomitante necesario para la Revelación”.
La experiencia judía nace de la comunidad. Cuando venimos al mundo nuestra familia celebra nuestro nacimiento en el contexto de la comunidad. Cuando alcanzamos hitos de desarrollo personal cruciales en nuestras vidas, dichos momentos se marcan mediante ceremonias y rituales en comunidad. Una boda se vive con mayor profundidad cuando los novios se encuentran bajo la jupá, el palio nupcial que representa la intimidad de los lazos maritales; un espacio abierto por sus cuatro lados y rodeado de familia y amigos. Por último, el momento final de una vida también se observa dentro del abrazo de la comunidad. Esto no es una coincidencia, como señaló el rabino Dr. Kirschenbaum, sino que es indicativo de la narrativa fundacional de nuestro pueblo. Todo el judaísmo, sus narrativas, rituales y sistema legal tienen sus raíces en lo comunal. La consecuencia de todo esto es un giro hacia el concepto de responsabilidad y la perspectiva que coloca a cada individuo dentro de toda la historia de un pueblo y de su destino, con un pasado compartido y un futuro también en común.
Con este marco de pensamiento, podemos interpretar una Mishná particular en Avot (3:1) con una comprensión diferente:
¿Quién es rico? El que se alegra con su parte.
Esta afirmación de los Sabios puede significar mucho más que una simple reflexión sobre la satisfacción que puede brindar una vida con logros mundanos.
Por supuesto, este es el significado básico y esto solo ya implica una valiosa lección en un mundo dominado por un mero materialismo, dentro del cual la publicidad que mencioné anteriormente es solo una pequeña parte. Pero posiblemente también sea una lectura acerca de quiénes somos a nivel existencial. ¿Existo únicamente como individuo sin una visión más amplia? ¿Son mis necesidades, anhelos, pasiones y preocupaciones el único motivo e impulso dominante en mi vida? Una vida totalmente centrada en el yo lleva rápidamente a percibir la finitud de la vida. Aparece una profunda insatisfacción e infelicidad cuando se vive con la sensación de futilidad y falta de significado.
Una vida entrelazada y ligada a la trayectoria y al arco narrativo de un pueblo que trasciende generaciones puede infundir propósito, dignidad y felicidad genuina a nuestra existencia. Mis necesidades y deseos están conectados con las necesidades y deseos de los demás. Mi historia es parte de la gran historia judía. Soy un vínculo entre todas las generaciones que me precedieron y todas las que vendrán después de mí. Soy guardián de la confianza sagrada que he heredado y no solo tengo la tarea de conservarla, ya que no se trata de una muestra en un museo para ser momificada y exhibida, sino de cultivarla, mejorarla y elevarla.
Esta forma de pensar y de vivir puede brindarnos una felicidad real y duradera. Lo ofrezco como modelo a tener en cuenta. Me ha dado buen resultado a mí y, tal como uno de mis mentores y maestros, el rabino Dr. Tsvi Blanchard, solía decir al terminar sus conferencias, los invito a considerarlo para sus propias vidas.
FUENTE:
Greenberg, B. (2012, marzo 2). The Pursuit of Happiness. My Jewish Learning. https://www.myjewishlearning.com/2012/03/02/the-pursuit-of-happiness-2/